La palabra que más suena junto con Twitter en la Bloggosfera tecnológica actual es Spotify, un servicio de música streaming que se ha marcado el objetivo de ofrecer toda la música del mundo de manera legal financiando por una mezcla de publicidad y suscripciones Premium.
Spotify, ese software que ha logrado ofrecer un servicio que permite tener acceso a un repertorio inmenso de música sin tener que pasar por un proceso de descargas que no siempre es fiable y que a menudo resulta algo lento, haciendo más en unos meses por erradicar la piratería informática que todo el esfuerzo de las grandes discográficas durante la última década.
El modelo de negocio de de Spotify se centra en tres ofertas, un pase de un día que vale 99 céntimos, pensado para una fiesta o reunión en la que una persona no quiere que la publicidad interrumpa la música, un servicio Premium que cuesta 9.99 euros y ofrece acceso completo al servicio sin publicidad además de servicios adicionales como escuchar unos de los últimos discos unas semanas antes que los demás, Y un servicio free que reúne a la mayor parte de los usuarios y da acceso a Spotify de manera gratuita a cambio de escuchar un cuña publicitaria entre 20 y 30 segundos cada 20 minutos.
Los usuarios al registrarse introducen su fecha de nacimiento, sexo y código postal para poder segmentar por esos parámetros. Sólo se puede acceder mediante invitación de otro usuario, lo cual lo hace un producto deseable y por otro permite a la compañía un crecimiento sostenible.
Otra de las cosas que más sorprenden es el volumen de música que el servicio ha logrado reunir, desde música clásica hasta canciones en catalán y gallego subiendo unas 10.000 canciones al día.