Todos lo hemos notado, Facebook ya no es lo que era. Empezó muy fuerte, rompió todos los esquemas y poco a poco ha ido perdiendo fuerza.
Sin su plataforma, es muy probable que Facebook jamás hubiera llegado a ser el coloso que conocemos hoy en día. Todos recordamos aquellos tiempos en los que las invitaciones de Farmville invadían nuestro muro. Ahora, seis años después de su nacimiento, Facebook Platform no es más que la sombra de lo que podría haber sido. Facebook ha perdido una gran oportunidad acosta de Apple y Google que se llenan los bolsillos con los ingresos procedentes de la venta de aplicaciones.
El gran error de Facebook ha sido no escuchar lo más acertado que ha dicho Steve Ballmer en toda su carrera: «Developers, developers, developers!»Al principio Facebook instauró un sistema de ‘fair play’ donde las aplicaciones desarrolladas por terceros estaban al mismo nivel que las desarrolladas por Facebook. Sin embargo, tan solo un año después, Zuckerberg y su equipo empezaron a introducir restricciones, dejando fuera de juego a cientos de desarrolladores que habían invertido su tiempo y su dinero y ahora veían desaparecer, uno tras otro, los aspectos más atractivos de la plataforma, aquellos por los que habían decidido sumarse.
El primer paso fue la limitación del uso de las notificaciones hasta la total desaparición de las mismas, dejando a los programadores sin una forma sencilla de comunicarse con sus usuarios. Incluso se revocó el acceso de algunos desarrolladores a la API, dejando sus ‘apps’ completamente inservibles y obligándoles a introducir costosas modificaciones.
La confianza de los desarrolladores en Facebook quedó hecha pedazos. Después de aquello, ningún desarrollador en su sano juicio se atrevía a programar para Facebook, que comenzó a lucir como una plataforma inestable. Muchos comenzaron a abandonarla, incluso a vender sus ‘apps’, y los que decidieron quedarse tardarían poco en estar arrepentidos.
En 2010, Facebook se sacó de la manga Credits, una moneda con la que pretendían centralizar los pagos en su plataforma y arañar algo de beneficio. Presionaron a los desarrolladores para que la adoptasen, e incluso trataron de fijar un impuesto sobre el dinero que entrase en las arcas del desarrollador por esta vía. Este movimiento les costó su buena relación hasta entonces con Zynga, creadores de Farmville. Desde entonces, los juegos de la firma se han ido trasladando lenta y dificultosamente a las plataformas móviles y los chats.
Después de este último grave movimiento, Facebook no aprendió la lección y siguió sumando errores. El verano pasado durante una limpieza de aplicaciones maliciosa, deshabilitó numerosas aplicaciones legítimas durante horas. SocialCam y Viddy, ambos bautizados en su día como ‘los Instagram del vídeo’, fracasaron después de cautivar a millones de usuarios por culpa de la política de Facebook. BranchOut, una de las alternativas a LinkedIn más prometedoras, pasó de 39 millones de usuarios mensuales a solo unos 100.000 cuando la red de Zuckerberg acabó con el sistema que les estaba permitiendo expandirse.
Según la compañía, el problema es que las aplicaciones se están aprovechando de su plataforma sin dar nada a cambio y, por si fuera poco, tratando de reemplazar servicios que son vitales para Facebook.
Pero no todo lo han hecho mal. Hoy día Facebook no es un sistema operativo pero no es tan solo una app. Ahora mismo, las aplicaciones de terceros no se integran EN Facebook, pero procuran integrarse CON Facebook. Básicamente, Facebook se ha convertido en el intermediario más utilizado a la hora de hacer ‘login’ en otras aplicaciones. A los usuarios les gusta porque no tienen que recordar su contraseña y a los desarrolladores les gusta porque les permite conseguir nuevos usuarios rápidamente: en cuanto estás conectado y verificado, compartir tu estado y tus logros en la aplicación con tus amigos de Facebook es tan sencillo como pulsar un botón.
Puede que Facebook ya no tenga el aliciente de revoluciones como Farmville dentro de su propia plataforma, pero los grandes ‘hits’ del momento, como Candy Crush, siguen necesitando a la red social para convertirse en un fenómeno social. Eso sí, el dinero se queda en las arcas de King, Apple y Google.
Parece que en Menlo Park ya son conscientes del error que han cometido. Por fin. Tal vez por eso han decidido dar una segunda oportunidad a su plataforma con el programa ‘Facebook Mobile Games Publishing’. Básicamente, se trata de ofrecer a pequeños desarrolladores la posibilidad de distribuir sus videojuegos para móviles a través de Facebook a cambio de un porcentaje de los ingresos.
Es cierto que en iOS y Android cada vez es más difícil dar a conocer una nueva aplicación, porque sus plataformas han alcanzado la madurez y están empezando a saturarse. Por ahí podría colarse Facebook. Sin embargo, también hay un problema de confianza. Los antecedentes de la red social son tan negativos que los desarrolladores ya no se fían y no va a ser sencillo convencerles de que esta vez no se quedarán tirados.
Fuente: Antena 3